Un grupo de seis personas se arrastra por el prado. Uniformados con prendas de camuflaje, intentan acabar con la patrulla enemiga con el menor número de bajas posible. Sin embargo, de repente, los sonidos de disparos llegan hasta su posición: les han descubierto. Rápidamente intentan devolver el fuego, pero es tarde; uno de ellos se lleva la mano al vientre, alza el brazo y grita «¡muerto!», después se levanta y corre, ya no podrá interferir en la partida hasta la siguiente ronda… Estos «soldados» no se encuentran en un combate real, practican airsoft, un juego de guerra que aún no está reconocido a nivel institucional en España a pesar de contar con miles de seguidores.
El airsoft consiste en una simulación militar en la que varios jugadores combaten por equipos empuñando réplicas de armas reales. Estas disparan bolas de PVC de aproximadamente 6 milímetros y 0,20 gramos de peso para abatir al contrario. El jugador que reciba un disparo deberá confirmar que ha percibido el impacto de la bola y retirarse hasta el punto de reinicio (respawn). Una vez allí, podrá volver a la acción y seguir llevando a cabo las órdenes que tenga que realizar su equipo para ganar la partida.
Estos objetivos son establecidos al principio del juego, y pueden ir desde la captura de la bandera de la brigada contraria, a misiones más complejas como la liberación de rehenes por parte de un equipo mientras el otro grupo intenta impedirlo. A su vez, según el jugador de airsfot Daniel Sánchez, «las partidas también suelen ser tematizadas, por ejemplo, en una partida que jugué hace tiempo, yo estaba en el bando de los terroristas y teníamos que llevar a nuestros cinco hombres bomba a una caseta, si alguno llegaba se consideraba que se había inmolado y nosotros ganábamos»
Existen varias teorías sobre la aparición de esta actividad, aunque la más extendida es la de que proviene de Oriente. Javier González, todo un veterano del airsoft, afirma que «nació en Japón a
mediados de los 80 como un juego más, era como tipo paintball pero debido a alguna ley medio ambiental japonesa sustituyeron su munición por bolitas de plástico»
La práctica de éste deporte pronto se masificó y transmitió a multitud de países como Alemania, España, Argentina, o Venezuela. De hecho, y debido al realismo que puede alcanzar en comparación con un combate militar, ha empezado a ser adoptado por determinados Estados como entrenamiento para sus cuerpos de seguridad. Según González, «en EEUU lo utilizan los marines y también lo está utilizando la fuerza española o la danesa»
Pero el airsoft no fue pionero en su campo, antes que él ya existía el paintball. En este juego, las armas utilizadas consisten en tubos que mediante CO2 disparan bolas de pintura que señalan la eliminación de los enemigos. Aunque puedan parecer actividades similares, jugadores como Cristián Duque, fundador de la asociación de airsoft Cucumber Army, los consideran totalmente diferentes. Según Duque «en el airsoft lo que importa es la simulación, lo del paintball no parece un arma, parece una pistola de agua». A su vez, y mientras ríe irónicamente, sentencia que «el airsoft es como el paintball pero para valientes»
Oliver López, dependiente de la tienda Airsoft Ítaca, también considera sustanciales las diferencias que existen entre ambas actividades Según explica, «son como el fútbol y el futbol sala, el paintball se juega en recintos cerrados pequeñitos y nosotros jugamos en campos abiertos mucho más grandes».
En cambio, la mayor discrepancia que existe entre ambas actividades se encuentra en el sistema de juego. Mientras que en paintball todas las marcadoras tienen un alcance y potencia similar, en airsoft, la función que llevará a cabo cada jugador dentro del equipo la determina la réplica que utiliza. Concretamente, el rol de cada jugador dependerá de la distancia máxima a la que puede disparar su réplica y el número de bolas que puede lanzar por minuto. De esta forma, jugadores que dispongan de un arma que pueda disparar bolas a mayor distancia cubrirán a sus compañeros desde la retaguardia, por contra, los que consten de una réplica con mayor cadencia de fuego avanzarán hacia el objetivo en primera línea.
José Juan Bonal, presidente de la asociación deportiva de airsoft La Legión Marmota, explica que éstos roles que adquieren los jugadores dentro de su brigada se corresponden con las funciones que desempeñan los soldados en misiones de combate real. «Primero están los fusileros, que son los que asaltan y toman las posiciones, luego está el apoyo, que se queda atrás dando cobertura y por último los francotiradores», establece
Sin embargo, a pesar de que en España existen más de 300 asociaciones y clubs dedicados a esta actividad, el airsoft aún no está recogido en ninguna normativa española, por lo que, ni es legal, ni ilegal, simplemente alegal. Es decir, ni se prohíbe ni se aprueba su práctica debido entre otras cosas a que su llegada a España se produjo hace únicamente diez años.
Pero el problema que genera el airsoft no es su falta de regulación a nivel de juego, la peligrosidad de practicar este deporte radica en las réplicas que utilizan los jugadores. Esto es debido a que las marcadoras de airsoft constan de ciertas características que hacen que puedan ser consideradas como armas, pero a la vez mantienen múltiples particularidades que corroboraran su condición de juguete.
Los jugadores piden más regulación legislativa sobre este deporte
Concretamente, y según el Real Decreto 137/1993 que divide los tipos de armas en siete niveles dependiendo de sus propiedades, las réplicas de airsoft podrían situarse en lacuarta categoría. Javier González afirma que «pueden categorizarse como armas de cuarto grado debido a que están accionadas por aire comprimido, pero no llegan a serlo porque la potencia mínima que la ley estipula para ello es de cuatro julios». Esta es la versión que más apoya la Guardia Civil, el cuerpo de seguridad encargado de intervenir las diferentes armas sin regulación en España.
Cuando los aplicamos a cualquier instrumento que pueda llevar a cabo un disparo, los julios son la unidad de medida que determina la fuerza con la que la munición impacta en su objetivo. En el caso del airsoft, las réplicas de fusilero, las más comunes, disparan con una fuerza de cómo mucho un julio, mientras que las que más fuerza tienen (los fusiles de francotirador) no llegan apenas a los dos julios. Esto hace que las armas no consten de la fuerza suficiente para ser consideradas de cuarto grado.
Por otro lado, y siguiendo el código armamentístico a rajatabla, las marcadoras podrían considerarse también réplicas desactivadas o inutilizadas de armas reales debido a la similitud que mantienen con ellas y a su imposibilidad de disparar munición balística. Sin embargo, jugadores como Sergio Zazo sentencian que a lo que ellos tienen nunca se le podría denominar réplica con el sentido que le aplican las autoridades. A su vez, según jugador de airsoft, «el problema es que nosotros la llamamos réplica porque es exactamente igual, pero no es un arma real, simplemente es un juguete de plástico o metal».
Juguete es el término con el que los jugadores de airsoft denominan cada vez más a sus marcadoras con la intención de normalizar su uso. El agente de la Guardia Civil Andrés Pérez (este nombre es un seudónimo, ya que prefiere mantenerse en el anonimato), señala que «como juguete con forma de arma no podría salir de casa o solo usarse en recintos privados». Esta norma es en la que se basan los seguidores de este deporte para poder practicarlo, ya que alquilan bajo contrato privado diferentes campos de juego con la intención de evitar los registros de las autoridades.
Sin embargo Pérez establece que el inconveniente es transportar el arma de una casa particular al recinto privado, sobretodo si se lleva a cabo en malas condiciones y exhibiendo la réplica a la sociedad. «El problema es la inseguridad que crea, porque él lleva un juguete y él sabe que es un juguete, pero yo que le estoy viendo estoy viendo a un tío con un arma, una persona que va armada por la calle» señala. También determina que la sanción que se aplicará al infractor dependerá de las circunstancias ya que «si está en una joyería con eso está rozando el delito, pero sí va por el campo alomejor solo tiene una sanción administrativa».
A su vez, el agente afirma que la autoridad no procederá al requisado de la réplica si el transporte se da en condiciones normales. «Tiene que estar la batería quitada, con el cargador aparte, metido en una funda de transporte de réplicas» afirma Pérez. Por otro lado, el agente sentencia que «el problema es cuando la gente lo lleva como quiere llevarlo, vestidos de uniforme y con todos los accesorios en el coche tirados».
Estas dificultades están llevando a diferentes jugadores a legalizar sus réplicas como si fueran armas reales, inscribiéndolas en el ayuntamiento de su localidad. Y es que, mediante este registro, se otorga una tarjeta con la que se puede portar la ya considerada a nivel oficial arma hacia el campo de juego. La medida es ineficaz para jugadores de airsoft como el valenciano Vicente Cubedo, que explica la inutilidad de esta adscripción debido a que los números de serie de las marcadoras no están registraos ni tienen ninguna validez.
Por el contrario, Cubedo afirma que «asociarse es la única forma de tener un respaldo legal a la hora de establecer ciertos contactos con autoridades y a la hora de la administración de campos». Según el valenciano, la proliferación de diferentes grupos de airsoft es la única forma de intentar legalizar este deporte.
Unirse no obstante plantea un problema: el no reconocimiento de los grupos como asociaciones de airsoft, ya que no existen como tal en el registro español. En este sentido José Juan Bonal, presidente del grupo La Legión Marmota, determina que «oficialmente nosotros de cara al registro de clubes somos un club de montañismo, más que nada por que es la actividad que más se parece».
Puede sin embargo que la reglamentación empiece a ser real dentro de unos meses, ya que desde hace algún tiempo se promete a los jugadores de airsoft que se debatirá la inclusión de un artículo en el reglamento de armas sobre las réplicas accionadas por gas o de forma eléctrica. En todo caso, y a pesar de que pueda ser legalizado como deporte en un futuro, el airsoft siempre será más que un juego.